Recogidas las aceitunas, se llevaban a la almazara para la molienda y obtención del aceite, proceso que comenzaba después de Reyes. La estructura típica de estos molinos, sus componentes y funcionamiento se explican detalladamente en el libro “Puebla de Valles, usos costumbres, cuentos y leyendas».
La molienda coincidía con lo más crudo del invierno y por eso el molino se convertía en el centro de reunión de los hombres. En las brasas se asaban patatas, que regadas con el vino de la tierra y aliñadas con sal constituían un buen aperitivo. Las tostadas con aceite virgen recien sacado eran la merienda preferida de los chiquillos.
Las almazaras de La Ribera solían ser propiedad de un grupo de vecinos, y a ellas llevaban sus olivas que serían molidas según el orden establecido por sorteo, previo a la temporada. Solo cuando se terminaba el trabajo con los socios, se aceptaban olivas de otros vecinos que ya estaban apalabrados.
Lar-ami