Las represas, como medio para frenar la erosión de nuestra Ribera, no han sido lo eficaces que se esperaba de ellas. Durante la repoblación se vio que el pinar no era suficiente para sujetarla por ello se decidió la construcción de represas. Una por cada barranco y/o arroyo, en algunos casos hasta dos. Hoy tenemos más cincuenta.

A finales de siglo la furia constructiva atacó (también aquí) y así La Ribera fue sembrada de muros de hormigón,  mezclado con cantos rodados y envuelto en una malla de tela metálica. Aunque su eficacia es dudosa, al menos generó puestos de trabajo y creó bebederos para los animales. Hoy forman parte del paisaje;  su presencia ni molesta ni ofende.

Son muy visibles a pie de Las Pequeñas Médulas; su eficacia, también. Construidas hace diez años, con una altura superior a 3 metros, hoy los sedimentos las sobrepasan.

Lar-ami