La Ribera mantiene en todos sus pueblos campos de cereales, sobre todo trigo y cebada. La despoblación ha provocado el abandono de las tierras y/o su arrendamiento a los pocos labradores que nos quedan, no más de dos por pueblo.
El aumento de tamaño de las parcelas y el uso de maquinaria, son los únicos argumentos que permiten rentabilizar los cultivos. La concentración parcelaria está ayudando a terminar con el minifundismo endémico de la zona. Algunos valientes están empeñados en vivir de la tierra, como sus antepasados.
La visión de un trigal, según la estación proporciona imágenes muy hermosas. En otoño recién sembrado, en invierno sobreviviendo al frío y a punto de cosechar en verano . Bien merece una mirada.
Lar-ami