Tras abandonar Valdepeñas, el día 22 de febrero los misioneros se dividieron en dos grupos, según explica Francisco Alfredo Pérez en Wad-al-Hayara. Uno se quedó en Puebla de Beleña y el otro fue a La Mierla. En Puebla de Beleña se realizaron 2 sesiones, con una hora en medio para la cena, y se proyectaron 5 documentales. El acta refleja que la acogida no fue buena, si bien los monitores tratan de justificarlo:
“Es un pueblecito que por su posición y ser lugar de veraneo, tiene relaciones directas con Guadalajara y Madrid, con una pequeña escuela de ambiente desolador. No tenían la más remota idea de las misiones y la acogieron con recelo cazurro, cohibido y malicioso a la vez. Sospecharon quizás de una propaganda política y se disponían a valorar su voto.
Las sesiones se realizaron en el único local disponible, sala municipal y baile público presidido por un organillo de manubrio; sucio, chorreando humedad y con un ambiente social de zurdas prevenciones, quizás por la desvinculación de la escuela de la vida pública. Se hizo lo más que pudo hacerse…dejarles, acaso por una sola vez, la sensación de una empresa de cultura y justicia social, noblemente desinteresada. ¡Habremos de volver a esta Puebla!”
Lar-ami