Sembrado entre cárcavas rojizas y verdes jarales, la imagen de Puebla desde la carretera o sus caminos altos es digna de una postal. Pero tan bella estampa no sorprende al viajero, que ya ha disfrutado de ese permanente verdor, rojizo e inesperado, durante cuatro kilómetros. Desde que dejó la carretera de Tamajón.
El desvío nace justo en medio del pinar y en seguida toma el valle del arroyo Valdelacasa al que sigue. Mientras a su derecha se suceden los pinos y las cárcavas, a la izquierda jarales, un pequeño pinar, retamas y sobre el cauce, olmos y fresnos. A medio camino, aparece al frente Valdepeñas de la Sierra en la distancia; más alejada la Sierra de Concha.
Curvas tras curva, en un paseo relajante y verde, nos acercamos al pueblo, que aparece recostado sobre el valle. Una mirada desde arriba, gozosa y feliz, ubica cárcavas, Calicanto, iglesia y casa rural.
A vuelo de pájaro la imagen de Puebla de Valles aún es más hermosa. Me siento orgulloso y afortunado por tanta belleza.
Lar-ami