La democracia en la gestión de la Orden y del Monasterio contribuyó al éxito del Cister en los inicios (siglo XI) y a su fuerte expansión posterior. Todos los días del año, después de Prima en verano y de tercia en invierno, los monjes se reunían en asamblea, “capitulum”, durante unos quince minutos. En cenobios pequeños, como Bonaval, el refectorio servía de “sala capitular”.
Se leía un pasaje de la Regla de San Benito (o del libro de Usos de la Orden), que era comentado por el abad para marcar directrices espirituales del monasterio, y se repartían las tareas. Asimismo, el abad invitaba a los monjes a confesar en público sus faltas y les imponía la penitencia (ayunos, humillaciones, …) Durante el capítulo se daban noticias y se efectuaba la admisión de novicios y/o toma de hábitos.
El capitulo también se reunía para tomar decisiones sobre propiedades: en una carta de 1.355 se menciona que, “reunidos en capitulum”, los monjes del Monasterio de Bonaval, aceptan un trueque de tierras. En otra carta de 1.434, del mismo modo se acepta un censo perpetuo.
Según recoge el Dr Jurado, en el inventario se mencionan algunos utensilio una mesa pequeña y el aguamanil del abad, un atril grande de madera, dos campanas (grande y pequeña) con sus sogas de cáñamo que se utilizaban para llamar a capitulo.
Lar-ami