El descanso de los monjes


En Bonaval se aprovechaban al máximo las horas de sol, por lo que los monjes se acostaban al anochecer (después de Completas) y se levantaban a primera hora (antes de Maitines). En verano el descanso nocturno duraba seis horas,  que se complementaba con una siesta de dos horas después del almuerzo (después de Sexta, de ahí viene el nombre). En invierno dormían 8 horas seguidas.

Existía un dormitorio común para los monjes; novicios y conversos dormían en una estancia separada. Solo el abad tenía celda individual. La reforma de Martin Vargas (siglo XV) permitió el uso de celdas individuales a los monjes, pero con un agujero en la puerta por donde el abad podía ser observar el interior.

Estaban prohibidas las fuentes de calor; usaban jergones de cáñamo y/o paja, almohadas de lienzo y mantas de lana. Los monjes dormían vestidos: se podían quitar las calzas, pero sin enseñar piernas o  pies.

En el Monasterio de Bonaval,  el dormitorio de los monjes estaba encima de  la capilla meridional, a la que se accedía por la escalera de caracol.  El inventario de 1.510 no deja claro el número de habitaciones, ya que solo menciona una cama de madera y un jergón de cáñamo, así como una serie desordenada de objetos propios de dormitorios.

Lar-ami


2 respuestas a “El descanso de los monjes”

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