El trabajo en Bonaval


El Cister, en sus inicios, no arrendaba las tierras sino que los monjes las trabajaban directamente; la obligación de dormir en el Monasterio lo hizo inviable. Los campos más alejados fueron cultivados por conversos (en el Monasterio de Bonaval no hay constancia) ó arrendados a colonos. Así se menciona en carta de exención de portazgo otorgada por Enrique I en 1.216 y es citado de nuevo en la carta de confirmación de Fernando III  (1.218).

Los monjes solo atendían la huerta y las tierras del coto próximas al cenobio, donde sembraban trigo y centeno. En “la huerta de los monjes” se cultivaban manzanas (camuesa y esperiega), nueces, peras bergamotas,… así como verduras y hortalizas variadas. A veces, sobre todo en verano, los cantos de Nona y Sexta se hacían en el campo.

Aunque en Bonaval  hubo ganado (cartas de Fernando III de 1.218 y del arzobispo de Toledo D. Sancho, de 1.258 lo atestiguan) no parece que fuera atendido por los monjes. En el inventario de 1.510 no se menciona aunque si el arrendamiento de pastos a los pueblos de Retiendas y Valdesotos; parece ser que los abades comendatarios vendieron los rebaños para obtener mayor provecho.

La recolección de bellotas y verduras silvestres (setas, collejas, espárragos, …) eran parte del trabajo. Al igual que los trabajos de mantenimiento del edificio, dirigidos por el cillerero.

Lar-ami


6 respuestas a “El trabajo en Bonaval”

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