La reforma del Cister y Bonaval


La decadente situación del Cister empujó al Capítulo General a intentar en 1.418 una reforma desde dentro, que fracasó. Años más tarde, un monje del Monasterio de Piedra, Martín de Vargas, promovió la vuelta a los principio de la Orden;  para ello acudió a visitar al papa en 1.426,  sin permiso de sus superiores.

Obtuvo de Martin V carta de privilegios para crear y/o reformar dos Monasterios donde aplicar las reglas de San Benito en su pureza. El primero fue Monte-Sión (fundado el mismo año); Valbuena fue el segundo después de que el rey Juan II de Castilla depusiera al abad en 1.430.

El Monasterio de Valbuena, como casa matriz, intentó incorporar sus cenobios a la llamada Congregación de Castilla. El Capitulo reaccionó contra Martín Vargas, expulsándolo del Cister (1.439) y ordenando que se vendieran las propiedades de Monte-Sión. Lo obtenido se entregaría a Bonaval (en precarias condiciones según el Dr Jurado). No se llevó a cabo.

Los Reyes Católicos, cansados de los abades comendatarios, obtuvieron del papa que los reformadores visitaran los cenobios del Cister. Así fueron incorporándose a la Congregación uno tras otro, siendo el último Belmonte en 1.559. El Monasterio de Bonaval lo hizo en 1.509 como priorato a la abadía de Monte Sión, según bula del papa Julio II de fecha 18 de octubre.

Lar-ami


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