Bellotas en la cocina


Los historiadores Enrique García Gómez y Juan Pereira Sieso realizaron un brillante trabajo sobre las bellotas en Castilla La Mancha, del que extraemos datos muy interesantes:

Al poeta griego  Hesiodo (siglo VII a.c.) cabe el honor de haber citado por primera vez la bellota como  alimento. Herodoto explica dos siglos después que el consumo de bellotas era habitual en la Arcadia clásica.  De la bellota en Iberia habla el historiador romano Estrabón en su Geografía (siglo I a.c.): “en las tres cuartas partes del año, los montañeses no se nutren sino de bellotas, que secas y trituradas se muelen para hacer pan, el cual puede guardarse durante mucho tiempo”.  Plinio el viejo lo ratifica un siglo después, y detalla  que se sirven como segundo plato.

Desde entonces las bellotas han sido un alimento muy socorrido en época de hambrunas. Se han consumido crudas, asadas y cocidas con anís o leche. Secas se convertían en harina para hacer pan, sola y/o mezclada con algo de harina de trigo; también se cocinaban  puches (gachas dulces) y si estaban tostadas, gachas.  Y de postre turrón del pobre, higo seco con una bellota en su interior.

Pero fue en la posguerra cuando la bellota se convirtió en un alimento básico. Servían para las tortillas españolas (sustituyendo la patata), para preparar un sucedáneo del café (tostadas y molidas), y hasta se conseguía aceite (machacadas y cocidas, el aceitillo flotaba  en el agua y se recogía con cuchara). En la actualidad el famoso cocinero manchego Abraham García elabora en su restaurante madrileño la tostada de bellotas, asadas y picaditas, rociadas con un chorreón de aceite de los Montes de Toledo.

En La Ribera no se dieron algunos de estos usos; aquí el hambre no apretó ya que la tierra estuvo muy repartida.  ¡Un respeto por la bellota!

Lar-ami


2 respuestas a “Bellotas en la cocina”

  1. Sería interesante hacer unas jornadas gastronómicas de las bellotas. Siempre las he comido en crudo, directas del árbol, desconocía que pudiesen hacerse tantas cosas con ellas. Seguro que su conversión en tortilla o pan es todo un arte.

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