El convento de Tortuero


En el collado de Lomo Gordo, en medio de un sembrado hay encinas y unas ruinas de tapial, donde solo se distingue el muro que las rodeaba. El recinto tiene forma rectangular, de unos 30 metros de lado; junto a él, olivos centenarios y algún sillar suelto. Nadie sabe su origen pero todos le llaman con cierto reparo el convento.

Cuando la excavadora subió al castillo, dio una pasada por aquí y aparecieron 10/12 fosas,  marcadas con lajas verticales de pizarra de unos 50 centímetros, donde se amontonaban restos humanos. La pala amontonó las piedras en medio del cercado, dándole el aspecto actual. A unos centenares de metros, en la falda del cerro de Lomo Gordo conocida como Zamarina,  el arado descubrió paredes de ladrillo y algunos esqueletos en fosas similares. Por similitud con otros hallazgos en La Ribera podrían tratarse de enterramientos celtíbéricos.

El convento fue utilizado como corral y tiene algo de mágico. Cuentan que un pastor cuidaba vacas por el lugar cuando de repente, a media mañana, decidió esconder los cencerros de los animales y regresar al pueblo con el ganado. Cuando llegó a casa le comunicaron que había estallado la guerra civil y que tenía que marchar al frente. Aunque explicó donde puso los cencerros, nunca aparecieron. 

Lar-ami


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