La despoblación de los años sesenta marcó un punto de inflexión en las tradiciones de los pueblos de La Ribera. Y puesto que Semana Santa concentra muchas de ellas, conviene repasarlas para que no se olviden.
Con la Cuaresma desaparecían los bailes y comenzaba la recogida de dinero para cera y adornos. El viernes de dolores se subían las imágenes a la parroquia y se preparaban los pasos. La Semana Santa se iniciaba el domingo de ramos con la bendición de las ramas de olivo y en algunos pueblos la primera procesión.
El jueves santo se montaba el monumento que se velaba toda la noche; en algunos sitios había lavatorio de pies y en otros oficio de tinieblas. El viernes por la tarde vía crucis (en algunos lugares) y luego las procesiones; en la madrugada la procesión del silencio. El sábado la misa y oficio de gloria. El domingo, antes de misa, la procesión del encuentro con sus coplillas.
En la Ribera sobreviven algunos ritos (bendición de ramos) y procesiones, pero sin el esplendor de antaño. Quizás porque en la sociedad actual estos días han perdido su tamiz religioso y se ven más como periodo de vacaciones que requiere un nuevo enfoque.
Lar-ami