El turismo rural es una oportunidad excelente para compartir unos días de descanso con los amigos (ó con la familia) y estrechar relaciones. Al elegir una casa rural también eliges un sitio, un lugar que deseas aporte experiencias y sensaciones diferentes al grupo. Así las vacaciones resultarán inolvidables.
Para conseguirlo es necesario comprender la naturaleza del lugar: recorrer sus calles, conocer su historia, sus leyendas, sus costumbres, sus fiestas, hablar con sus gentes, … sentirse parte del pueblo. Me atrevo a sugerirte este decálogo:
- Disfruta de la sencillez, la libertad y el confort que te proporciona la casa.
- Recupera tiempo para ti y para el grupo. La tertulia, la sobremesa, los juegos en compañía, la soledad, … son lujos a tu alcance.
- Usa la imaginación del entorno natural y vive la historia de cada sitio. Si hay fiesta, participa.
- Camina sin rumbo a través del contraste: del valle a la montaña, de la montaña a los cañones,..
- Pasea por los bosques, cada uno es distinto.
- Recorre las orillas de los ríos, sigue rutas de senderismo, veredas, …
- Visita monumentos y recuerda que no todos están en la guía. Hay muchos que solo conoce el vecino, quizás los más interesantes y curiosos. No te pierdas iglesias, plazas, fuentes, ermitas, molinos, puentes, …
- Disfruta del ambiente rural, siempre que puedas en compañía de gente del pueblo.
- No te dejes en casa el sentido del humor (ni la cámara)
- Una experiencia nueva es eso, NUEVA. Disfrútala.
Pero sobre todo no olvides que para disfrutar hay que tener el ánimo dispuesto. (Estas son las sugerencias que difundo en el ambiente de La Vereda de Puebla cuando llegan mis clientes. Y créeme, funcionan).
Lar-ami