La biblioteca provincial


Desde hace más de veinticinco años, la biblioteca provincial es el motor de la cultura en Guadalajara, coincidiendo con la llegada de Blanca Calvo como directora. Su trayectoria posterior es una muestra de su valía profesional y personal: concejal de Guadalajara, Alcaldesa de la ciudad y Consejera de Cultura de la Junta de Castilla La Mancha.

El patio
El patio

La biblioteca está ubicada en el Palacio de Dávalos, renacentista del siglo XVI, que conserva del original trazado, portada y un bellísimo artesonado mudéjar. La reconstrucción se hizo con gusto, primando la funcionalidad sin perder de vista su objetivo: poner la cultura al servicio del ciudadano.

De tres alturas, tiene un patio central cuadrado, al que se accede desde el primer piso. El patio está techado en cristal y tiene una galería alrededor en la segunda planta, que sirve de lugar de exposiciones (nunca faltan). Un piano y unas mesas a modo de las terrazas conforman una bella estampa y habilitan este rincón como sala de lectura.

La biblioteca está muy bien equipada, tanto en personal como en medios, y muy dotada de fondos culturales (libros, CDs, DVD´s,…). Pero su éxito radica en que ha conseguido conectar con los ciudadanos de Guadalajara de todas las edades. Desde bebés, que son llevados por sus padres, hasta jubilados que acuden cada día a leer la prensa.

Artesonado mudejar
Artesonado mudejar

Y esto no es casualidad. El personal de la biblioteca desarrolla una actividad frenética organizando exposiciones, presentación de libros, concursos literarios, el Maratón de los Cuentos (fue pionero y ya va por la edición XVIII), talleres de todo tipo, ciclos de cine de verano, conciertos, conferencias,….

Existen clubs de lectura: de ensayo, poesía, narrativa, juveniles, infantiles y de adultos que se reúnen cada semana en sus locales. Una Asociación de Amigos de la Biblioteca también promueve actividades culturales, dentro y fuera del palacio.

Me siento feliz cuando observo desde mi atalaya de invisibilidad, como cada tarde niños y adultos ocupan estas instalaciones con un fervor casi religioso. O como guardan cola respetuosamente ante el mostrador, donde los funcionarios entregan y/o recogen libros, en muchos casos llamándoles por su nombre.

No es que la cultura no interese a la gente, solo que no se sabe acercarla al ciudadano. Y si no vengan y vean.

Larami


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