El tío Gregorio


Calicanto en Puebla de Valles

Huérfano desde los tres años e hijo de un republicano que sufrió cárcel, la infancia de Goyo en Puebla de Valles no fue fácil.  De su padre aprendió, además del oficio de albañil y algo de carpintería, a ser buena persona y obtener el respeto de todos. Tanto que actuaba de hombre bueno en las tasaciones.

Como maestro de obra, dominaba todas las facetas del oficio: fontanería, solados, yeso, pintura carpintería, electricidad,…  Después de casado (en 1.953, con la Tia Leles), estudió por correspondencia contabilidad y construcción; era capaz de hacer planos a escala y casas de tres pisos en los pueblos de La Ribera, donde se le recuerda con cariño.

Hombre recto, poco amigo de tabernas no iba a la iglesia (y nunca fue multado por ello, como era habitual), pero respetó siempre que su esposa lo hiciera. Cuando se construyó la casa del cura (en vereda),  el tío Gregorio fue el único que cobró, como maestro de obra, pero hizo descuento. 

La despoblación llevó a la pareja a Guadalajara (no tuvieron hijos) y pasó a trabajar en una constructora con un puesto de responsabilidad.  El tío Gregorio murió hace unos años, pero la Tia Leles y sus sobrinos mantienen viva su memoria. ¡Descanse en paz!

Lar-ami


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