Ocupación habitual de La Ribera, la costura era una excusa perfecta para que las mujeres se reunieran para hablar de sus cosas (como en el lavadero o en la fuente). Los cestillos de costura, hechos por ellas mismas, eran auténticas obras de arte. Se hacían de paja de trigo y su confección se enseñó en la escuela durante algún tiempo.
En verano se cogían los tallos más largos de las eras y se guardaban en lugar seco. En otoño, aprovechando que las noches eran más largas, se comenzaba a tejer para que el cesto estuviera listo para el invierno. Se mojaban los tallos y se machacaban para aplanarlos. Luego se trenzaban sobre un armazón, oculto por el forro del interior o el trenzado, y se adornaba con motivos florales o geométricos.
De formas redondeadas y pequeño tamaño, había cestillos con tapa, con asa central,… incluso rectangulares. Aunque se conservan algunos, el arte de crearlos se perdió para siempre con la guerra.
Lar-ami
2 respuestas a “Cestillos de costura”
Que cosa más curiosa y bonita!
Joyas de nuestra tierra que ya son imposibles de obtener. Una lástima.