Cuentan que en este pueblo colorao, hace mucho, mucho tiempo vivían dos hermanos solteros, propietarios de abundantes tierras y más de 500 cabras y ovejas. Cuando vendían algo, siempre decían: “chivo fuera, duro a la montera”.
Desconfiaban de los bancos y guardaban el dinero en casa; los pagos siempre se hacían en metálico. Cuentan que el hermano mayor cayó enfermo de gravedad y tuvo que guardar cama. Había que pagar una cantidad importante y no había dinero suficiente. Lo hablaron y el encamado dijo entonces:
“Hermano, ve a la encina Z de la besana X y en el tronco encontrarás una caja cerrada. Tráela a casa”. Así lo hizo; el enfermo sacó una llave que llevaba colgada al cuelllo, abrió la caja y sacó duros de plata y billetes suficientes para realizar el pago. Y aun quedaron en el fondo más duros de plata, amadeos y escudos de oro.
- Hermano, esto no me lo esperaba.
- Pues en otra, muy cerca de la cueva K, tengo mucho más. Escucha…
Dicen que fue al lugar, pero no encontró nada. Intentó hablar con el enfermo pero ya estaba en coma y murió poco después. Cuentan que durante años fue al sitio, que pateó los alrededores y buscó con ahínco una y otra vez la dichosa encina, pero no dio con ella. Quizás se equivocó de cueva, no entendió bien la descripción que le dió su hermano ó simplemente no supo buscar.Tiempo después vendió su propiedades y se marchó de Retiendas para siempre.
Por eso dicen en este pueblo de la Sierra Norte que “un día alguien irá a hacer leña y regresará con un tesoro”. El Tesoro de Retiendas.
Lar-ami