Curas, clérigos y sacristanes en siglo XVIII


El cuidado de las almas en La Ribera dependía del párroco del lugar, si bien Beleña confiesa que no tiene cura… por ahora. Algunos atendían además pueblos vecinos: desde La Mierla se llevaban Muriel y Sacedoncillo; desde Puebla de Valles, Valdesotos. El Catastro de la Ensenada refleja sus nombres, precedidos del Don.

Su sueldo era abonado por la iglesia, que recaudaba a través de  impuestos específicos, los eclesiáticos. En algunos casos el ayuntamiento pagaba al cura por año (en Muriel, 15 reales y 17 maravedíes) o por servicio (Alpedrete  daba 4 fanegas de trigo y 4 de centeno por tocar la campana por niebla y pedrisco).

El número de habitantes justificaba que en Tamajón hubiera 2 sacerdotes 140304 sacristany en Valdepeñas 2  más un clérigo menor;  pero no hay razón aparente para que hubiera 3 en Puebla de Valles. En Valdesotos había sacerdote y clérigo menor (eran  hermanos) y en Tortuero solo un clérigo menor.

Se menciona el convento franciscano de Tamajón, con 12 sacerdotes, 3 legos y 1 donado. Asimismo se indica que hay una casa de los Bernardos de Montesión  con un  religioso que administra la hacienda de Bonaval en el lugar.

El sacristán era una figura imprescindible en los pueblos. Su sueldo oscilaba entre los 365 reales que cobraba en Tortuero (a tiempo parcial) hasta los 1.500 en Puebla de Valles (dedicación completa). En Tamajón ejercía además como maestro de primeras letras y de escuela, cobrando de los padres de los niños  mil reales año.

Lar-ami


2 respuestas a “Curas, clérigos y sacristanes en siglo XVIII”

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