- En Bonaval,
- un rumor ligero del agua de río,
- mezclado con viento que llega de arriba,
- del monte, en donde las nieves,
- que en fechas recientes carameleaban
- cuan duras agujas de gélido dulce,
- se están despidiendo del lecho invernal.
- Suena a despertar.
- Sensación de marzo;
- olor a tomillo, sin flores, temprano;
- la jara, el romero, que se desperezan;
- y un rumor ligero viene por el río;
- el río Jarama,
- de claras corrientes tintas de cristal,
- susurra constante, para quien lo oiga,
- que sus aguas raudas,
- que antes fueron mansas,
- surcan Bonaval.
- En el monasterio,
- campanas de viento,
- fantasmas recuerdos de tiempos atrás,
- tocan a rebato, como enloquecidas,
- pregones henchidos de sentidos mágicos.
- Y por los caminos cuajados de robles,
- hielos derretidos corriendo sin freno;
- pequeños arroyos que prestan sus aguas
- a la manzanilla y a las violetas
- surgen sin cesar.
- Renacen olores que, en los viejos restos
- de aquello que fuera pequeña abadía,
- a modo de incienso,
- perfuman el coro de monjes bernardos
- que por primavera entonan sus cantos.
- Y el rumor ligero que viene del río
- acompaña el rito, repitiendo sones,
- poniendo matices a la melopea
- que duerme sentidos, despertando paz.
- Marzo llegó ya.
- Los sencillos restos del viejo convento,
- lugar de reposo, de recogimiento,
- no creen en milagros.
- Con seguridad, un año tras otro
- observan pasivos la naturaleza.
- Un año tras otro se envuelven de olores
- y nubes de pájaros entonan sus cantos.
- Y al fondo se oye el rumor ligero que viene del río,
- del río Jarama, junto a Bonaval.